18 septiembre 2011

Cosas que pasan.

Sentada en la cama, con la notebook en las piernas, ella trabajaba en un proyecto para la facultad. Números. Al lado, él, acostado, devoraba una novela de suspenso pasatista y atrapante. El ruido del teclado. Los ocasionales suspiros y pequeños gruñidos introspectivos de ambos.

El pie de él, buscando abarcar más espacio, toca el pie de ella. Sin distraerse, ella deja que se le deslice por debajo. Las dos piernas quedan una encima de la otra. Los pies se enroscan y empieza un juego entre los dedos.

Tanto ella como él están con la mirada fija hacia delante. Ahora sólo se escucha el roce de los pies y la sábana. La camioneta que iba a caer a un precipicio con los protagonistas adentro quedó suspendida en el aire. En la pantalla un guión parpadea delante de una ecuación tipeada por la mitad.

A él se lo oye tragar. Ella se voltea para verlo, él gira y se miran fijo. Sus párpados se caen casi imperceptiblemente. Con los dedos de los pies ahora juegan una suerte de pulseada.

El libro ya no está. La notebook desapareció. En la habitación sólo están ellos dos haciendo el amor.

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