17 marzo 2010

El matrimonio de Macri y el pensamiento conservador

Acabo de ver a Mauricio Macri en el programa Vértigo (Telefé), de Matías Martin, Maju Lozano y Cumbio. En un momento Matías Martin le pregunta cuál es su postura frente al matrimonio gay. Y le plantea que en este tema no hay ambigüedades. O estás de acuerdo o no lo estás.
Macri duda un poco su respuesta antes de contestar que él piensa que todos tienen que tener los mismos derechos. Que un hombre puede decidir vivir con otro y poder compartir bienes con aquel, siendo que es su pareja.
Martin trata de conseguir que diga que está de acuerdo con el matrimonio gay, pero el jefe de gobierno porteño mantiene su respuesta incompleta y ambigua. Con esto se posiciona en el mismo lugar ideológico que su ex vice, Gabriela Michetti. Y déjenme decirles que no puedo estar más en desacuerdo con esas declaraciones con mensaje tácito.
Según lo que se desprende de sus declaraciones, tanto las parejas heterosexuales como las homosexuales DEBERÍAN tener exactos derechos. Ante la ley no deberían ser diferentes, dicen. Pero al no denominar a ambos como matrimonios, también plantean que, pese a que sus descripciones frente a la ley sean iguales, sus nombres no deberían ser los mismos, ya que SON DIFERENTES.
Siguiendo el mismo razonamiento, y para que vean hasta qué punto ese discurso es absoluta y completamente retrógrado, se podría objetar que un hombre y una mujer caucásicos, y un descendiente de africanos, por más que compartan todos los derechos humanos, deberían llamarse de manera diferente ante la ley. Unos podrían ser personas, o ciudadanos, mientras que las mujeres podrían ser llamadas hembras humanas (mas ni personas o ciudadanos) y los africanos criaturas sapientes (mas ni personas ni ciudadanos).
En ningún razonamiento honesto, libre de sesgos discriminatorios, se puede concebir que dos conceptos que posean exactas descripciones dentro de la ley deban tener títulos diferentes. Razonamiento honesto que debe dejar de lado las costumbres ideológicas y dogmas religiosos. ¡Otro sería el caso si dijera que no le parece que deban tener dichos derechos! En  dicho caso la discusión es otra. Pero dicha postura comparte los mismos anclajes en dogmas y costumbres sumamente arcaicas, irreconciliables con los tiempos que vivimos desde todo punto de vista, que la del jefe de gobierno.
La diferencia está en que Macri oculta sus intenciones verdaderas, especulando con su imagen entre los votantes. Entre los que le confían su voto, en referencia a este y muchos otros temas, seguramente encontraremos a aquellos que confían en que sus intenciones sean efectivamente conservadoras y represivas; y a aquellos en que confían justamente lo contrario. Que confían, inocentemente, que este tipo sea un buen administrador que brinde grandes beneficios al pueblo, y sea un conciliador que quede bien con unos y otros al no definirse para con unos u otros.

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